Resumen de la Perashá: Vaerá abre con la respuesta de Dios a los reclamos de Moshé, manifestadas en P. Shemot, la Perashá anterior. Dios explica a Moshé que Él se reveló a los Patriarcas y estableció con ellos un pacto para darles la tierra de Canaán y ahora ha escuchado los gritos de los Hijos de Israel, por lo que ha llegado el momento de cumplir sus promesas.

Utilizando las “cuatro expresiones de redención”, Él promete extricarlos de los sufrimientos de Egipto, salvarlos de su servidumbre, redimirlos con brazo extendido y grandes juicios, para después adquirirlos como Su Pueblo, para finalmente traerlos a la tierra que prometió a los Patriarcas como un eterno legado. Moshé transmite este mensaje al pueblo, pero la insoportable carga de trabajo les impide atender sus palabras. Dios ordena a Moshé ir con el Faraón con instrucciones de dejar a los israelitas marcharse de Egipto. Moshé protesta: “Si ellos no me escuchan, ¿cómo va a escucharme el Faraón?”.

Como Moshé y Aharón son ahora los líderes/reyes del incipiente Pueblo de Israel, además del hecho que representan a Dios ante el Faraón, la Torá ve la necesidad de trazar en estos momentos su linaje registrando su árbol genealógico.

Dios pide a Moshé que vaya nuevamente a hablar con el Faraón, y Aharón será su vocero. Asimismo, Le informa que Él endurecerá el corazón de Faraón quien se negará a liberar a los israelitas y, que a partir de ese momento, Di-s “multiplicará sus maravillas” en Egipto, hasta que los egipcios reconozcan que Di-s es el Señor. Moshé y Aharón se presentan ante el Faraón y, de acuerdo a las instrucciones Divinas, Aharón arroja su vara al suelo, y esta se convierte en serpiente. Cuando los magos del Faraón hacen lo mismo con sus varas, la vara de Aarón se traga las otras varas. El Faraón no se deja impresionar y se niega a obedecer. Di-s envía una serie de plagas sobre Egipto. Primera plaga/Sangre: Aharón golpea el Nilo con su vara y el río y todas las aguas de Egipto se convierten en sangre y mueren todos los peces. Segunda plaga/Ranas: Aharón extiende su vara sobre el Nilo y multitudes de ranas emergen de él. Cubren la tierra, entran a todas las casas, incluso a los hornos y artesas. El Faraón manda llamar a Moshé y Aharón y les ruega rezar a Di-s para que Dios Elimine la plaga, después de lo cual liberará a los israelitas. Moshé suplica a Di-s, y todas las ranas mueren. Todo Egipto apesta por el olor de las ranas pudriéndose. El Faraón reniega de su promesa. Tercera plaga/Piojos: Aharón golpea la tierra con su vara, y enjambres de piojos atacan Egipto, cubriendo a personas y animales. Incluso los asombrados magos del Faraón le informan que este es el “dedo de Dios”. Cuarta plaga/Animales: Dios envía a Moshé a advertir al Faraón que su tierra será infestada por una mezcla de animales dañinos y, que sólamente la tierra de Goshen, donde viven los israelitas, estará a salvo. Hordas de fieras invaden Egipto y sus ciudades, destruyendo todo a su paso, excepto Goshen. El Faraón llama a Moshé y Aharon y les ofrece permitir a los israelitas servir a Di-s dentro de Egipto. Cuando Moshé rechaza esta oferta, el Faraón se rinde y ofrece liberar a los israelitas siempre y cuando la plaga se acabe. Moshé ora y esta termina. El Faraón reniega de su promesa de nuevo.

Quinta plaga/Peste: Todos los animales domésticos y el ganado de los egipcios muere repentinamente atacada por la peste, mientras que ninguno de los animales de los israelitas se ve afectado. Sexta plaga/Sarna: Moshé y Aharón toman puñados de hollín y lo arrojan al cielo; el hollín desciende y cubre todo Egipto, infectando a todos sus habitantes con sarna, y dolorosas ampollas. Dios envía a Moshé a dar al Faraón un mensaje: “Así como acabé con todo el ganado de Egipto, podría Haberte también aniquilado fácilmente con toda tu gente. Sin embargo, Les He permitido sobrevivir, a fin de Mostrarles mi fuerza y manifestar Mi nombre sobre toda la tierra!” Séptima plaga/Granizo: Moshé advierte al Faraón que Egipto será azotado catastróficamente por el granizo, por lo que cualquier persona o animal que permanezca a la intemperie morirá en esta plaga. Moshé extiende su vara hacia el cielo y el granizo -una mezcla de hielo con fuego ardiente por dentro- empieza a caer. Aparte de los daños a humanos y animales, el devastador granizo destruye toda la vegetación. El Faraón manda llamar a Moshé y Aharón. “He pecado esta vez”, -declara-, “El Señor es el Justo, y yo y mi pueblo somos los culpables. Rueguen al Señor, y que ya paren los truenos y el granizo, y yo los dejaré ir…” Moshé reza y el granizo cesa. Sin embargo, el corazón del Faraón es endurecido y cambia de opinión una vez más, y tal como Di-s había predicho a Moshé, el Faraón no les deja partir.

CODA: Parshat Vaerá narra la historia de la renovada misión de Moshé, donde continúa el aparentemente fallido intento de redención descrito en la Perashá anterior. En lugar de una “misión dirigida hacia los hebreos”, quienes ahora se hallan adormecidos y oprimidos,[“Y Moshé habló a los hijos de Israel, pero ellos no escucharon a Moshé a causa del desaliento y la dura labor (6:9)], todos los esfuerzos de Moshé esta vez están dirigidos hacia el Faraón y los egipcios. Moshé lleva consigo una larga vara para realizar estas negociaciones y
Egipto es ruinosamente golpeada una y otra vez. Pero para no permitir al Faraón rendirse inmediata e incondicionalmente, así eludiendo la lección divina, Moshé recibe la orden de incrementar la presión de manera gradual mediante advertencias y golpes cada vez mayores a lo largo de todo un año entero.

La búsqueda de un tema específico para esta Perashá que también explique la naturaleza acumulativa de la “diplomacia” manejada con el Faraón nos lleva a descubrir el modelo que Vaerá ofrece sobre cómo se debe operar cuando se enfrenta la perversidad social. Por otro lado, pese a que Dios ataca a Egipto siete veces a lo largo de la Perashá en una creciente serie de golpes limitados contra Egipto, al final de Vaerá un intransigente Faraón mantiene sus malvados designios respecto de un aprisionado Israel.

Esto se debe a que cada vez que hay una señal de capitulación del Faraón, Dios misteriosamente endurece el corazón del Faraón (9:12) nuevamente, previendo su derrota. Debemos considerar cuidadosamente la aparente injusticia de esto, así como el propósito y las implicaciones y enseñanzas que este enfoque contiene para la libertad humana.